Die Geschichte von. . . D < E

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    Thema
  • #716192
    nervenkitzel
    Teilnehmer

      Es gibt nichts Neues bei mir. Darum erzähle ich euch die Geschichte von. . .

    Ansicht von 20 Antworten - 1 bis 20 (von insgesamt 172)
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    • #756121
      uli
      Teilnehmer

        da der letzte Beitrag vor fast einem Jahr geschrieben wurde, nehme ich an, dass kein weiteres Interesse besteht und schließe hiermit den Thread.

        #756120
        Rea
        Teilnehmer

          @uli wrote:

          Vielen Dank für deine Hilfe, cuya 😉

          Ich entschloss mich genau diesen Weg zu verfolgen,den zuvor Cecilia , José und nun der Busfahrer gegangen waren. Aber als ich etwa 10 Schritte gegangen war, verschwand plötzlich der Weg und keine Spur verriet mir, wohin ich mich wenden sollte. Was geschah hier? Ich suchte in jede Richtung, und plötzlich sah ich ein Luftflimmern, das eine klare Begrenzung hatte, ein 2 Meter hohes Oval flimmerte vielleicht drei Meter vor mir. Ich traute meinen eigenen Augen nicht, so etwas hatte ich zuvor noch nie gesehen. Wo war ich nur hingeraten? Da, nicht weit von mir sah ich den Busfahrer heulend in den Schoß einer Frau vergraben. Ich näherte mich langsam den beiden, aber dennoch fest entschlossen dieses Rätsel zu lösen.

          Decidí seguir el mismo camino que antes lo hicieron Cecilia, José y ahora también el conductor.
          Pero después de haber caminado diez pasos, desapareció repentinamente el camino y ninguna huella me mostraba en qué dirección me debería dirigir. ¿Qué estaba ocurriendo? Buscaba en todas direcciones y de repente vi luces centellantes que tenían un límite claro/claramente delimitadas, un óvalo de 2 metros en alto, centelleando quizás 3 metros delante de mí.
          No podía creer lo que estaban viendo mis propios ojos, algo así no lo había visto nunca antes. ¿En qué me había metido? Allí, no muy lejos de mí ví al conductor del autobus llorando, enterrado en el regazo.
          Muy despacio me acerqué hacia ellos , pero no obstante estaba decidido a adivinar el enigma .

          Dabei ließ ich das flimmernde Oval nicht aus den Augen.

          Aber es veränderte sich nicht und weder die Frau noch der Busfahrer reagierten auf meine Annäherung.

          Mientra no metía eso óvalo centelleado entre ceja y ceja.

          #756119
          uli
          Teilnehmer

            Vielen Dank für deine Hilfe, cuya 😉

            Ich entschloss mich genau diesen Weg zu verfolgen,den zuvor Cecilia , José und nun der Busfahrer gegangen waren. Aber als ich etwa 10 Schritte gegangen war, verschwand plötzlich der Weg und keine Spur verriet mir, wohin ich mich wenden sollte. Was geschah hier? Ich suchte in jede Richtung, und plötzlich sah ich ein Luftflimmern, das eine klare Begrenzung hatte, ein 2 Meter hohes Oval flimmerte vielleicht drei Meter vor mir. Ich traute meinen eigenen Augen nicht, so etwas hatte ich zuvor noch nie gesehen. Wo war ich nur hingeraten? Da, nicht weit von mir sah ich den Busfahrer heulend in den Schoß einer Frau vergraben. Ich näherte mich langsam den beiden, aber dennoch fest entschlossen dieses Rätsel zu lösen.

            Decidí seguir el mismo camino que antes lo hicieron Cecilia, José y ahora también el conductor.
            Pero después de haber caminado diez pasos, desapareció repentinamente el camino y ninguna huella me mostraba en qué dirección me debería dirigir. ¿Qué estaba ocurriendo? Buscaba en todas direcciones y de repente vi luces centellantes que tenían un límite claro/claramente delimitadas, un óvalo de 2 metros en alto, centelleando quizás 3 metros delante de mí.
            No podía creer lo que estaban viendo mis propios ojos, algo así no lo había visto nunca antes. ¿En qué me había metido? Allí, no muy lejos de mí ví al conductor del autobus llorando, enterrado en el regazo.
            Muy despacio me acerqué hacia ellos , pero no obstante estaba decidido a adivinar el enigma .

            Dabei ließ ich das flimmernde Oval nicht aus den Augen.

            #756118
            Anonym

              Allí, no lejos de mi, ví al conductor de autobús lloriqueando, su cabeza [s:3q3693yl]enfrascandose[/s:3q3693yl] (puesta) en el regazo de una mujer.

              Allí, no muy lejos de mí, ví al conductor del autobús llorando, (con) la cabeza en el regazo de una mujer

              das “vergraben” finde ich schwierig zu übersetzen…

              yep, wenn schon, dann “llorando, enterrado en el regazo” (also ohne “cabeza”). Die Version “Kopf” + ” in den Schoß vergraben” hört sich ziemlich zweideutig an, ich würde es daher nicht wörtlich übersetzen.

              cuya

              Der nächte Satz : Ich näherte mich langsam den beiden, aber dennoch fest entschlossen dieses Rätsel zu lösen.

              #756117
              uli
              Teilnehmer

                hier der letzte Abschnitt:

                Decidí seguir el mismo camino que antes lo hicieron Cecilia, José y ahora también el conductor.
                Pero después de haber caminado diez pasos, desapareció repentinamente el camino y ninguna huella me mostraba en qué dirección me debería dirigir. ¿Qué estaba ocurriendo? Buscaba en todas direcciones y de repente vi luces centellantes que tenían un límite claro/claramente delimitadas, un óvalo de 2 metros en alto, centelleando quizás 3 metros delante de mí.
                No podía creer lo que estaban viendo mis propios ojos, algo así no lo había visto nunca antes. ¿en qué me había metido?

                @gisela wrote:

                @cuya wrote:

                Da, nicht weit von mir sah ich den Busfahrer heulend in den Schoß einer Frau vergraben.

                Allí, no lejos de mi vi al conductor de autobús lloriqueando, ( la cabeza) enfrascandose en el regazo de una mujer.

                mein Vorschlag:

                Allí, no muy lejos de mí ví al conductor del autobus llorando y encerrado en el regazo de una mujer <— das "vergraben" finde ich schwierig zu übersetzen… 🙄 )

                Ich näherte mich langsam den beiden, aber dennoch fest entschlossen dieses Rätsel zu lösen.

                muy despacio me acerqué hacia ellos , no obstante estaba decidido a adivinar el enigma .

                #756116
                Anonym

                  @cuya wrote:

                  Da, nicht weit von mir sah ich den Busfahrer heulend in den Schoß einer Frau vergraben.

                  Allí, no lejos de mi vi al conductor de autobús lloriqueando, ( la cabeza) enfrascandose en el regazo de una mujer.

                  Ich näherte mich langsam den beiden, aber dennoch fest entschlossen dieses Rätsel zu lösen.

                  #756115
                  Anonym

                    @Rea: eine wörtliche Übersetzung ist imho hier nicht angebracht
                    Vorschlag: ¿adónde había ido a parar? ¿en qué me había metido?

                    cuya

                    Nächster Satz:
                    Da, nicht weit von mir sah ich den Busfahrer heulend in den Schoß einer Frau vergraben.

                    #756114
                    Rea
                    Teilnehmer

                      no sé, es muy difícil para mí todas las palabras paqueñas, “nur” es una de las palabras…

                      ¿Dónde con tal de me caminó?

                      Da, nicht weit von mir sah ich den Busfahrer heulend in den Schoß einer Frau vergraben.

                      #756113
                      uli
                      Teilnehmer

                        Danke cuya, werde es gleich ändern!

                        @cuya wrote:

                        …..

                        PS: Vor Ewigkeiten habe ich schon “gemeckert”, dass das Kopieren von ellenlangen Texten dazu beitragen kann, Neues zu übersehen… Meiner Meinung nach, sollte der gesamte Text nur gelegentlich komplett übertragen werden…nur meine Ansicht 🙄

                        Ja, das stimmt schon, wenn der Text Übermaße annimmt, kommt evtl. das Neue zu kurz, andererseits verliert man den Zusammenhang….
                        bei diesem Text geht es gerade noch, aber wenn er länger wird, sollte man ihn teilen.

                        ich stelle den spanischen Text jetzt nochmals ganz rein, der nächste darf ihn teilen – oder auch nicht . :mrgreen:

                        No hay novedades mías, por eso os cuento la historia de Celia y José, mis amigos de la juventud. Vivían en el mismo pueblo que yo y no les gustaba ir a la escuela. Nos encontrábamos cada mañana en la parada del autobús a las siete y media. Odiaba levantarme tan temprano.
                        Pero no me quedaba otro remedio. Iba el camino junto con mi hermano mayor Juan y una chica bonita de la vecindad. En la parada Celia y José se subían al autobús también. Ya por la mañana teníamos mucho que contar. El conductor del autobús se quedaba como siempre callado/ en silencio. Hasta la escuela era un camino largo. Sin embargo no nos aburríamos. El conductor del autobús se veía débil y sus ojos no miraban a ninguna parte. Él estaba de otro modo de lo normal, pero parecía que Celia y José no notaron nada. Mientras hablaban, de repente el autobús paró de golpe. Curiosos como éramos nos bajábamos todos para mirar que había pasado. Primero no vimos nada, pero después noté que Celia y José se alejaban del bus. Miré al conductor del autobús pero no se había movido. ¿Qué le ocurría? Y ¿A dónde iban Celia y José? No sabía a donde debía dirigirme primero. Finalmente corrí detrás de los dos. Corrimos hacia la izquierda, hacia la derecha, monte arriba y monte abajo. . .
                        De repente vi al conductor del autobús al otro lado de calle. El marchaba/caminaba como un robot con la mirada fija y sin destino. ¿Cómo vino para acá? Me quedé parada y le miré. Celia y José siguieron caminando indiferentes, pero esta vez no les pude seguir. El comportamiento del conductor me parecía más raro que el de mis amigos.
                        ¿Era yo el único normal entre todos esos locos? Pensé/ reflexioné si debería acercarme para preguntar que había pasado, parece que él no se diera cuenta de mí en absoluto.
                        Mientras pensaba ya estaba pasando por la calle. Mis pensamientos rotaban en mi cabeza y no sabía todavía que haría si alcanzase/alcanzara al conductor.
                        De repente el conductor se detuvo, se volvió a mí y me dirigió la palabra. De mi tomó posesión el pánico y mi corazón latía rápidamente, pero su voz era tranquila y relajada y parecía que no sentía mi miedo.
                        O ¿no lo quería sentir?
                        Me preguntó: ” ¿Les has visto?” Me agarró por mis brazos y me sacudió gritando: “pero tienes que haberla visto. Quedé paralizada de miedo. Este hombre parecía haber perdido la razón. Su voz parecía implorar.
                        Se quebró y lloró como un niño.
                        Mi compasión ganó sobre mi miedo y traté de consolarlo con cuidado. Puse mi brazo por encima de sus hombros y le dije con voz baja:”No sé de qué chica habla usted, pero quizá pueda ayudarle a encontrarla.
                        “Por favor, deje de llorar y cálmese primero”.
                        Parecía que no me oía. Seguí hablando tranquilizándole.
                        Después de un tiempo por fin se calmó.
                        Asustado se miró alrededor y preguntó: “¿Dónde está el autobús?”
                        Indiqué con el dedo en la dirección de la cual habíamos venido. Se levantó y miró hacia la dirección que le había indicado. “Pero no puedo ver el autobús. ¡Ojalá no lo hayan robado!” Me di la vuelta – -allí estaba el autobús, bien visible. El aire se estaba agitando y de repente noté que tenía mucha sed.
                        Me fui al bus, cogí mi mochila y saqué una botella de agua.
                        Mientras bebía el agua tibia y estancada miré hacia el conductor del autobús,- pero ya no estaba!
                        Me preguntaba que ¿Qué le había pasado? ¿Por qué se había cambiado tanto?
                        ¿Por qué el conductor no había visto el autobús? ¿Y por qué ahora ya no lo veo a él?
                        En este momento sentía un miedo frío, algo no iba bien, pero iba a averiguarlo. Primero saqué una foto del autobús y una en dirección en la que suponía que estaría el conductor.
                        Decidí seguir el mismo camino que antes lo hicieron Cecilia, José y ahora también el conductor.
                        Pero después de haber caminado diez pasos, desapareció repentinamente el camino y ninguna huella me mostraba en qué dirección me debería dirigir. ¿Qué estaba ocurriendo? Buscaba en todas direcciones y de repente vi luces centellantes que tenían un límite claro/claramente delimitadas, un óvalo de 2 metros en alto, centelleando quizás 3 metros delante de mí.
                        No podía creer lo que estaban viendo mis propios ojos, algo así no lo había visto nunca antes.

                        Wo war ich nur hingeraten?

                        #756112
                        Anonym

                          Beitrag von cuya » Sa Mai 22, 2010 8:18 am
                          Pero después de haber caminado/dado diez pasos, desapareció repentinamente el camino y ninguna huella me relataba/mostraba en qué dirección me debería dirigir.

                          Irgendwie übersehen 😉

                          ¿Qué estaba ocurriendo? Buscaba en todas direcciones y de repente vi luces centellantes que tenían un límite claro/claramente delimitadas, un óvalo de 2 metros en alto, centelleando aproximadamente a /quizás/ quizá/ a unos /3 metros delante de mí.
                          No podía creer lo que estaban viendo mis propios ojos, algo así no lo había visto nunca antes/ nunca antes había visto algo así

                          cuya

                          PS: Vor Ewigkeiten habe ich schon “gemeckert”, dass das Kopieren von ellenlangen Texten dazu beitragen kann, Neues zu übersehen… Meiner Meinung nach, sollte der gesamte Text nur gelegentlich komplett übertragen werden…nur meine Ansicht 🙄

                          #756111
                          uli
                          Teilnehmer

                            Es gibt nichts Neues bei mir. Darum erzähle ich euch die Geschichte von Celia und José, meinen Freunden aus der Jugendzeit. Sie lebten im gleichen Dorf wie ich und gingen nicht gern zur Schule. Wir trafen uns jeden morgen an der Bushaltestelle, um 7:30 Uhr. Ich hasste es, so früh aufzustehen. Aber was blieb mir anderes übrig.
                            Ich ging den Weg zusammen mit meinem älteren Bruder Juan und einem hübschen Mädchen aus der Nachbarschaft. An der Haltestelle stiegen auch Celia und José ein. Wir hatten uns morgens schon viel zu erzählen. Doch der Busfahrer blieb wie immer still. Bis zur Schule war es ein langer Weg. Es wurde uns aber nicht langweilig. Der Busfahrer wirkte kraftlos und seine Augen blickten nirgendwo hin.
                            Er war anders als sonst. Celia und José schienen das aber nicht zu bemerken. Während sie sich unterhielten, hielt der Bus plötzlich ruckartig an. Neugierig, wie wir waren, stiegen wir alle aus, um zu sehen, was passiert war. Zuerst sahen wir nichts, aber dann bemerkte ich, wie sich Celia und Jose vom Bus entfernten. Ich schaute zum Busfahrer, er hatte sich nicht bewegt. Was war mit ihm los? Und wohin gingen Celia und José? Ich wußte nicht, wohin ich mich zuerst wenden sollte. Schließlich rannte ich den Beiden hinterher. Wir rannten nach links, nach rechts, bergauf und bergab. Plötzlich sah ich den Busfahrer auf der anderen Straßenseite.Er lief wie ein Roboter, mit starrem Blick und unbekanntem Ziel. Wie war er hierher gekommen?
                            Ich blieb stehen und beobachtete ihn. Celia und José liefen unbeeindruckt weiter, aber ich konnte ihnen diesmal nicht folgen. Das Verhalten des Busfahrers erschien mir noch eigenartiger als das meiner Freunde.
                            War ich denn der einzig Normale unter all den Verrückten? Ich überlegte, ob ich auf ihn zugehen sollte um zu fragen, was passiert sei. Aber er sah nicht so aus, als ob er mich überhaupt wahrnehmen würde.
                            Während ich noch überlegte, ging ich bereits über die Straße. Meine Gedanken drehten sich im Kreis und ich wusste noch nicht, was ich tun würde, wenn ich den Fahrer erreicht haben würde. Plötzlich blieb der Fahrer stehen, drehte sich zu mir um und sprach mich an. Mich ergriff die Panik und mein Herz schlug wie wild, aber seine Stimme war ruhig und entspannt und es schien, als ob er meine Angst nicht spürte. Oder wollte er sie nicht spüren?
                            “Hast Du sie gesehen’?” fragte er. Aber ich stand einfach nur da und starrte ihn an. Da fragte er noch einmal: “Hast Du Sie gesehen?”Er packte mich an den Armen und schüttelte mich; dabei schrie er: “Aber du musst sie doch gesehen haben!”
                            Ich erstarrte vor Angst. Dieser Mann schien nicht mehr zurechnungsfähig zu sein. Seine Stimme klang flehend.
                            Er brach zusammen und weinte wie ein Kind.
                            Mein Mitleid siegte über meine eigene Furcht und ich versuchte vorsichtig, ich ihn zu trösten.
                            Ich legte meinen Arm um ihn und sagte ganz leise: „ Ich weiß nicht vom welchem Mädchen Sie sprechen, aber vielleicht kann ich Ihnen helfen, sie zu finden. Hören sie doch bitte auf zu weinen und beruhigen sie sich erst einmal.”
                            Er schien mich nicht zu hören. Ich sprach weiter beruhigend auf ihn ein.
                            Nach einiger Zeit beruhigte er sich endlich.
                            Er schaute erschrocken um sich und fragte “Wo ist der Bus?”
                            Ich deutete mit dem Finger in die Richtung, von der wir gekommen waren.
                            Er stand auf und schaute in die Richtung, die ich ihm gezeigt hatte. “Aber ich kann den Bus nicht sehen. Hoffentlich haben sie ihn nicht gestohlen!” Ich drehte mich um – da stand der Bus und war deutlich zu sehen. Irgendetwas war anders, was ich aber im ersten Moment nicht erkennen konnte. Die Luft flimmerte und ich merkte plötzlich wie durstig ich war. Ich ging zum Bus, schnappte mir meinen Rucksack und holte mir eine Flasche Wasser raus.Während ich das lauwarme, abgestandene Wasser trank, sah ich zum Busfahrer hinüber – aber er war nicht mehr da!Was war nur mit ihm geschehen,fragte ich mich, warum hatte er sich so verändert? Wieso hatte der Busfahrer den Bus nicht mehr gesehen und wieso sah ich jetzt den Bufahrer nicht mehr? In diesem Moment fühlte ich kalte Angst in mir, irgendetwas stimmte hier nicht, ¡aber ich werde es herausfinden!.Zuerst machte ich mal ein Foto vom Bus und eines in die Richtung in der ich den Busfahrer vermutete. Ich entschloss mich genau diesen Weg zu verfolgen,den zuvor Cecilia , José und nun der Busfahrer gegangen waren. Aber als ich etwa 10 Schritte gegangen war, verschwand plötzlich der Weg und keine Spur verriet mir, wohin ich mich wenden sollte. Was geschah hier? Ich suchte in jede Richtung, und plötzlich sah ich ein Luftflimmern, das eine klare Begrenzung hatte, ein 2 Meter hohes Oval flimmerte vielleicht drei Meter vor mir. Ich traute meinen eigenen Augen nicht, so etwas hatte ich zuvor noch nie gesehen.

                            Wo war ich nur hingeraten?

                            No hay novedades mías, por eso os cuento la historia de Celia y José, mis amigos de la juventud. Vivían en el mismo pueblo que yo y no les gustaba ir a la escuela. Nos encontrábamos cada mañana en la parada del autobús a las siete y media. Odiaba levantarme tan temprano.
                            Pero no me quedaba otro remedio. Iba el camino junto con mi hermano mayor Juan y una chica bonita de la vecindad. En la parada Celia y José se subían al autobús también. Ya por la mañana teníamos mucho que contar. El conductor del autobús se quedaba como siempre callado/ en silencio. Hasta la escuela era un camino largo. Sin embargo no nos aburríamos. El conductor del autobús se veía débil y sus ojos no miraban a ninguna parte. Él estaba de otro modo de lo normal, pero parecía que Celia y José no notaron nada. Mientras hablaban, de repente el autobús paró de golpe. Curiosos como éramos nos bajábamos todos para mirar que había pasado. Primero no vimos nada, pero después noté que Celia y José se alejaban del bus. Miré al conductor del autobús pero no se había movido. ¿Qué le ocurría? Y ¿A dónde iban Celia y José? No sabía a donde debía dirigirme primero. Finalmente corrí detrás de los dos. Corrimos hacia la izquierda, hacia la derecha, monte arriba y monte abajo. . .
                            De repente vi al conductor del autobús al otro lado de calle. El marchaba/caminaba como un robot con la mirada fija y sin destino. ¿Cómo vino para acá? Me quedé parada y le miré. Celia y José siguieron caminando indiferentes, pero esta vez no les pude seguir. El comportamiento del conductor me parecía más raro que el de mis amigos.
                            ¿Era yo el único normal entre todos esos locos? Pensé/ reflexioné si debería acercarme para preguntar que había pasado, parece que él no se diera cuenta de mí en absoluto.
                            Mientras pensaba ya estaba pasando por la calle. Mis pensamientos rotaban en mi cabeza y no sabía todavía que haría si alcanzase/alcanzara al conductor.
                            De repente el conductor se detuvo, se volvió a mí y me dirigió la palabra. De mi tomó posesión el pánico y mi corazón latía rápidamente, pero su voz era tranquila y relajada y parecía que no sentía mi miedo.
                            O ¿no lo quería sentir?
                            Me preguntó: ” ¿Les has visto?” Me agarró por mis brazos y me sacudió gritando: “pero tienes que haberla visto. Quedé paralizada de miedo. Este hombre parecía haber perdido la razón. Su voz parecía implorar.
                            Se quebró y lloró como un niño.
                            Mi compasión ganó sobre mi miedo y traté de consolarlo con cuidado. Puse mi brazo por encima de sus hombros y le dije con voz baja:”No sé de qué chica habla usted, pero quizá pueda ayudarle a encontrarla.
                            “Por favor, deje de llorar y cálmese primero”.
                            Parecía que no me oía. Seguí hablando tranquilizándole.
                            Después de un tiempo por fin se calmó.
                            Asustado se miró alrededor y preguntó: “¿Dónde está el autobús?”
                            Indiqué con el dedo en la dirección de la cual habíamos venido. Se levantó y miró hacia la dirección que le había indicado. “Pero no puedo ver el autobús. ¡Ojalá no lo hayan robado!” Me di la vuelta – -allí estaba el autobús, bien visible. El aire se estaba agitando y de repente noté que tenía mucha sed.
                            Me fui al bus, cogí mi mochila y saqué una botella de agua.
                            Mientras bebía el agua tibia y estancada miré hacia el conductor del autobús,- pero ya no estaba!
                            Me preguntaba que ¿Qué le había pasado? ¿Por qué se había cambiado tanto?
                            ¿Por qué el conductor no había visto el autobús? ¿Y por qué ahora ya no lo veo a él?
                            En este momento sentía un miedo frío, algo no iba bien, pero iba a averiguarlo. Primero saqué una foto del autobús y una en dirección en la que suponía que estaría el conductor.
                            Decidí seguir el mismo camino que antes lo hicieron Cecilia, José y ahora también el conductor.
                            Pero al haber ido diez pasos, desapareció de repente el camino y ninguna huella me denotó en qué dirección me debería dirigir ¿Que estaba ocurriendo? Buscaba en cada dirección y de repente vi…. un centelleo de aire que tenía un límite claro, un óvalo de 2 metros en alto, centelleando aproximadamente 3 metros delante de mí.
                            No pude creer lo que estaban viendo mis propios ojos, algo así nunca lo había visto antes.


                            @Gisela

                            ich glaube “quizá 3 metros” passt nicht, deshalb habe ich “aproximadamente” geschrieben
                            ich hoffe, das jemand sich meldet, falls du doch Recht haben solltest.. 🙄

                            #756110
                            Anonym

                              Es gibt nichts Neues bei mir. Darum erzähle ich euch die Geschichte von Celia und José, meinen Freunden aus der Jugendzeit. Sie lebten im gleichen Dorf wie ich und gingen nicht gern zur Schule. Wir trafen uns jeden morgen an der Bushaltestelle, um 7:30 Uhr. Ich hasste es, so früh aufzustehen. Aber was blieb mir anderes übrig.
                              Ich ging den Weg zusammen mit meinem älteren Bruder Juan und einem hübschen Mädchen aus der Nachbarschaft. An der Haltestelle stiegen auch Celia und José ein. Wir hatten uns morgens schon viel zu erzählen. Doch der Busfahrer blieb wie immer still. Bis zur Schule war es ein langer Weg. Es wurde uns aber nicht langweilig. Der Busfahrer wirkte kraftlos und seine Augen blickten nirgendwo hin.
                              Er war anders als sonst. Celia und José schienen das aber nicht zu bemerken. Während sie sich unterhielten, hielt der Bus plötzlich ruckartig an. Neugierig, wie wir waren, stiegen wir alle aus, um zu sehen, was passiert war. Zuerst sahen wir nichts, aber dann bemerkte ich, wie sich Celia und Jose vom Bus entfernten. Ich schaute zum Busfahrer, er hatte sich nicht bewegt. Was war mit ihm los? Und wohin gingen Celia und José? Ich wußte nicht, wohin ich mich zuerst wenden sollte. Schließlich rannte ich den Beiden hinterher. Wir rannten nach links, nach rechts, bergauf und bergab. Plötzlich sah ich den Busfahrer auf der anderen Straßenseite.Er lief wie ein Roboter, mit starrem Blick und unbekanntem Ziel. Wie war er hierher gekommen?
                              Ich blieb stehen und beobachtete ihn. Celia und José liefen unbeeindruckt weiter, aber ich konnte ihnen diesmal nicht folgen. Das Verhalten des Busfahrers erschien mir noch eigenartiger als das meiner Freunde.
                              War ich denn der einzig Normale unter all den Verrückten? Ich überlegte, ob ich auf ihn zugehen sollte um zu fragen, was passiert sei. Aber er sah nicht so aus, als ob er mich überhaupt wahrnehmen würde.
                              Während ich noch überlegte, ging ich bereits über die Straße. Meine Gedanken drehten sich im Kreis und ich wusste noch nicht, was ich tun würde, wenn ich den Fahrer erreicht haben würde. Plötzlich blieb der Fahrer stehen, drehte sich zu mir um und sprach mich an. Mich ergriff die Panik und mein Herz schlug wie wild, aber seine Stimme war ruhig und entspannt und es schien, als ob er meine Angst nicht spürte. Oder wollte er sie nicht spüren?
                              “Hast Du sie gesehen’?” fragte er. Aber ich stand einfach nur da und starrte ihn an. Da fragte er noch einmal: “Hast Du Sie gesehen?”Er packte mich an den Armen und schüttelte mich; dabei schrie er: “Aber du musst sie doch gesehen haben!”
                              Ich erstarrte vor Angst. Dieser Mann schien nicht mehr zurechnungsfähig zu sein. Seine Stimme klang flehend.
                              Er brach zusammen und weinte wie ein Kind.
                              Mein Mitleid siegte über meine eigene Furcht und ich versuchte vorsichtig, ich ihn zu trösten.
                              Ich legte meinen Arm um ihn und sagte ganz leise: „ Ich weiß nicht vom welchem Mädchen Sie sprechen, aber vielleicht kann ich Ihnen helfen, sie zu finden. Hören sie doch bitte auf zu weinen und beruhigen sie sich erst einmal.”
                              Er schien mich nicht zu hören. Ich sprach weiter beruhigend auf ihn ein.
                              Nach einiger Zeit beruhigte er sich endlich.
                              Er schaute erschrocken um sich und fragte “Wo ist der Bus?”
                              Ich deutete mit dem Finger in die Richtung, von der wir gekommen waren.
                              Er stand auf und schaute in die Richtung, die ich ihm gezeigt hatte. “Aber ich kann den Bus nicht sehen. Hoffentlich haben sie ihn nicht gestohlen!” Ich drehte mich um – da stand der Bus und war deutlich zu sehen. Irgendetwas war anders, was ich aber im ersten Moment nicht erkennen konnte. Die Luft flimmerte und ich merkte plötzlich wie durstig ich war. Ich ging zum Bus, schnappte mir meinen Rucksack und holte mir eine Flasche Wasser raus.Während ich das lauwarme, abgestandene Wasser trank, sah ich zum Busfahrer hinüber – aber er war nicht mehr da!Was war nur mit ihm geschehen,fragte ich mich, warum hatte er sich so verändert? Wieso hatte der Busfahrer den Bus nicht mehr gesehen und wieso sah ich jetzt den Bufahrer nicht mehr? In diesem Moment fühlte ich kalte Angst in mir, irgendetwas stimmte hier nicht, ¡aber ich werde es herausfinden!.Zuerst machte ich mal ein Foto vom Bus und eines in die Richtung in der ich den Busfahrer vermutete. Ich entschloss mich genau diesen Weg zu verfolgen,den zuvor Cecilia , José und nun der Busfahrer gegangen waren. Aber als ich etwa 10 Schritte gegangen war, verschwand plötzlich der Weg und keine Spur verriet mir, wohin ich mich wenden sollte. Was geschah hier? Ich suchte in jede Richtung, und plötzlich sah ich ein Luftflimmern, das eine klare Begrenzung hatte, ein 2 Meter hohes Oval flimmerte vielleicht drei Meter vor mir. Ich traute meinen eigenen Augen nicht, so etwas hatte ich zuvor noch nie gesehen.

                              No hay novedades de mi/ mías, por eso os cuento la historia de Celia y José, mis amigos de la juventud. Vivían en el mismo pueblo que yo y no les gustaba ir a la escuela. Nos encontrábamos cada mañana en la parada del autobús, a las siete y media. Odiaba levantarme tan temprano.
                              Pero no me quedaba otro remedio. Iba el camino junto a mi hermano mayor, Juan y una chica bonita de la vecindad. En la parada Celia y José se subían al autobús, también. Ya por la mañana teníamos mucho que contar. Pero el conductor del autobús se quedaba como siempre callado/ en silencio. Hasta la escuela era un camino largo. Sin embargo no nos aburríamos. El conductor del autobús se veía débil y sus ojos no miraban a ninguna parte. Él estaba de otro modo que normalmente. Pero Celia y José parecían no notarlo. Mientras hablaban, de repente el autobús paró de golpe. Curiosos como éramos nos bajábamos todos para mirar que había pasado. Primero no vimos nada, pero después noté que Celia y José se alejaban del bus. Miré al conductor del autobús, no se había movido. ¿Qué le ocurría ? Y ¿A dónde iban Celia y José? No sabía a donde debía dirigirme primero. Finalmente corrí detrás de los dos. Corrimos hacia la izquierda, hacia la derecha, monte arriba y monte abajo. . .
                              De repente vi al conductor del autobús al otro lado de calle. El marchaba/caminaba como un robot con la mirada fija y sin destino. ¿Cómo vino para acá? Me quedé parada y le miré. Celia y José siguieron caminando indiferentes, pero esta vez no les pude seguir. El comportamiento del conductor me parecía más raro que el de mis amigos.
                              ¿Era yo el único normal entre todos esos locos? Pensé/ reflexioné si debería acercarme para preguntar que había pasado. Pero él, parece que no se diera cuenta de mí en absoluto.
                              Mientras pensaba ya estaba pasando por la calle. Mis pensamientos rotaban en mi cabeza y no sabía todavía que haría cuando alcanzase/alcanzara al conductor.
                              De repente el conductor se detuvo, se volvió a mí y me dirigió la palabra. De mi tomó posesión el pánico y mi corazón latía rápidamente, pero su voz era tranquila y relajada y parecía que no sentía mi miedo.
                              O ¿no lo quería sentir?
                              Me preguntó: ” Les has visto?”Me agarró por mis brazos y me sacudió gritando: “pero tienes que haberla visto. Quedé paralizada de miedo. Esté hombre parecía haber perdido la razón. Su voz parecía implorar.
                              Se quebró y lloró como un niño.
                              Mi compasión ganó sobre mi miedo y traté de consolarlo con ciudado. Puse mi brazo por encima de sus hombros y le dije con voz baja:”No sé de qué chica habla usted, pero quizá puedo ayudarle a encontrarla.
                              “Por favor, deje de llorar y cálmese primero”.
                              Parecía que no me oía. Seguí hablando tranquilizándole.
                              Después de algún tiempo por fin se calmó.
                              Asustado se miró alrededor y preguntó: “¿Dónde está el autobus?”
                              Indiqué con el dedo en la dirección de la cual habíamos venido. Se levantó y miró hacia la dirección que le había indicado. “Pero no puedo ver el autobus. ¡Ojalá no lo hayan robado!” Me dí la vuelta – -allí estaba el autobus, bien visible. El aire se estaba agitando y de repente noté que tenía mucha sed.
                              Me fuí al bus, cogí mi mochila y saqué una botella de agua.
                              Mientras bebía el agua tibia y estancada miré hacia el conductor del autobús,- pero ya no estaba!
                              Me preguntaba que ¿Qué le había pasado ? ¿Por qué se había cambiado tanto?
                              ¿Por qué el conductor no había visto el autobús? ¿Y por qué ahora ya no lo veo a él?
                              En este momento sentía un miedo frío, algo no iba bien , pero lo voy a averiguar. Primero saqué una foto del autobús, y una en dirección en la que suponía que estaría el conductor.
                              Decidí seguir el mismo camino que antes lo hicieron Cecilia, Jose y ahora también el conductor.
                              Pero al había ido diez pasos, desapereció de reprentemente el camino y ninguna huella me denotó en qué dirección me debería dirigir ¿Que estaba ocurriendo? Buscaba en cada direccion y derepente vi…..un centelleo de aíre que tenía un límite claro, un óvalo de 2 metros en alto centelleando, quizá 3 metros delante de mi.

                              #756109
                              Rea
                              Teilnehmer
                                gisela wrote:
                                Es gibt nichts Neues bei mir. Darum erzähle ich euch die Geschichte von Celia und José, meinen Freunden aus der Jugendzeit. Sie lebten im gleichen Dorf wie ich und gingen nicht gern zur Schule. Wir trafen uns jeden morgen an der Bushaltestelle, um 7:30 Uhr. Ich hasste es, so früh aufzustehen. Aber was blieb mir anderes übrig.
                                Ich ging den Weg zusammen mit meinem älteren Bruder Juan und einem hübschen Mädchen aus der Nachbarschaft. An der Haltestelle stiegen auch Celia und José ein. Wir hatten uns morgens schon viel zu erzählen. Doch der Busfahrer blieb wie immer still. Bis zur Schule war es ein langer Weg. Es wurde uns aber nicht langweilig. Der Busfahrer wirkte kraftlos und seine Augen blickten nirgendwo hin.
                                Er war anders als sonst. Celia und José schienen das aber nicht zu bemerken. Während sie sich unterhielten, hielt der Bus plötzlich ruckartig an. Neugierig, wie wir waren, stiegen wir alle aus, um zu sehen, was passiert war. Zuerst sahen wir nichts, aber dann bemerkte ich, wie sich Celia und Jose vom Bus entfernten. Ich schaute zum Busfahrer, er hatte sich nicht bewegt. Was war mit ihm los? Und wohin gingen Celia und José? Ich wußte nicht, wohin ich mich zuerst wenden sollte. Schließlich rannte ich den Beiden hinterher. Wir rannten nach links, nach rechts, bergauf und bergab. Plötzlich sah ich den Busfahrer auf der anderen Straßenseite.Er lief wie ein Roboter, mit starrem Blick und unbekanntem Ziel. Wie war er hierher gekommen?
                                Ich blieb stehen und beobachtete ihn. Celia und José liefen unbeeindruckt weiter, aber ich konnte ihnen diesmal nicht folgen. Das Verhalten des Busfahrers erschien mir noch eigenartiger als das meiner Freunde.
                                War ich denn der einzig Normale unter all den Verrückten? Ich überlegte, ob ich auf ihn zugehen sollte um zu fragen, was passiert sei. Aber er sah nicht so aus, als ob er mich überhaupt wahrnehmen würde.
                                Während ich noch überlegte, ging ich bereits über die Straße. Meine Gedanken drehten sich im Kreis und ich wusste noch nicht, was ich tun würde, wenn ich den Fahrer erreicht haben würde. Plötzlich blieb der Fahrer stehen, drehte sich zu mir um und sprach mich an. Mich ergriff die Panik und mein Herz schlug wie wild, aber seine Stimme war ruhig und entspannt und es schien, als ob er meine Angst nicht spürte. Oder wollte er sie nicht spüren?
                                “Hast Du sie gesehen’?” fragte er. Aber ich stand einfach nur da und starrte ihn an. Da fragte er noch einmal: “Hast Du Sie gesehen?”Er packte mich an den Armen und schüttelte mich; dabei schrie er: “Aber du musst sie doch gesehen haben!”
                                Ich erstarrte vor Angst. Dieser Mann schien nicht mehr zurechnungsfähig zu sein. Seine Stimme klang flehend.
                                Er brach zusammen und weinte wie ein Kind.
                                Mein Mitleid siegte über meine eigene Furcht und ich versuchte vorsichtig, ich ihn zu trösten.
                                Ich legte meinen Arm um ihn und sagte ganz leise: „ Ich weiß nicht vom welchem Mädchen Sie sprechen, aber vielleicht kann ich Ihnen helfen, sie zu finden. Hören sie doch bitte auf zu weinen und beruhigen sie sich erst einmal.”
                                Er schien mich nicht zu hören. Ich sprach weiter beruhigend auf ihn ein.
                                Nach einiger Zeit beruhigte er sich endlich.
                                Er schaute erschrocken um sich und fragte “Wo ist der Bus?”
                                Ich deutete mit dem Finger in die Richtung, von der wir gekommen waren.
                                Er stand auf und schaute in die Richtung, die ich ihm gezeigt hatte. “Aber ich kann den Bus nicht sehen. Hoffentlich haben sie ihn nicht gestohlen!” Ich drehte mich um – da stand der Bus und war deutlich zu sehen. Irgendetwas war anders, was ich aber im ersten Moment nicht erkennen konnte. Die Luft flimmerte und ich merkte plötzlich wie durstig ich war. Ich ging zum Bus, schnappte mir meinen Rucksack und holte mir eine Flasche Wasser raus.Während ich das lauwarme, abgestandene Wasser trank, sah ich zum Busfahrer hinüber – aber er war nicht mehr da!Was war nur mit ihm geschehen,fragte ich mich, warum hatte er sich so verändert? Wieso hatte der Busfahrer den Bus nicht mehr gesehen und wieso sah ich jetzt den Bufahrer nicht mehr? In diesem Moment fühlte ich kalte Angst in mir, irgendetwas stimmte hier nicht, ¡aber ich werde es herausfinden!.Zuerst machte ich mal ein Foto vom Bus und eines in die Richtung in der ich den Busfahrer vermutete. Ich entschloss mich genau diesen Weg zu verfolgen,den zuvor Cecilia , José und nun der Busfahrer gegangen waren.

                                Aber als ich etwa 10 Schritte gegangen war, verschwand plötzlich der Weg und keine Spur verriet mir, wohin ich mich wenden sollte. Was geschah hier? Ich suchte in jede Richtung, und plötzlich sah ich ein Luftflimmern, das eine klare Begrenzung hatte, ein 2 Meter hohes Oval flimmerte vielleicht drei Meter vor mir.
                                No hay novedades de mi/ mías, por eso os cuento la historia de Celia y José, mis amigos de la juventud. Vivían en el mismo pueblo que yo y no les gustaba ir a la escuela. Nos encontrábamos cada mañana en la parada del autobús, a las siete y media. Odiaba levantarme tan temprano.
                                Pero no me quedaba otro remedio. Iba el camino junto a mi hermano mayor, Juan y una chica bonita de la vecindad. En la parada Celia y José se subían al autobús, también. Ya por la mañana teníamos mucho que contar. Pero el conductor del autobús se quedaba como siempre callado/ en silencio. Hasta la escuela era un camino largo. Sin embargo no nos aburríamos. El conductor del autobús se veía débil y sus ojos no miraban a ninguna parte. Él estaba de otro modo que normalmente. Pero Celia y José parecían no notarlo. Mientras hablaban, de repente el autobús paró de golpe. Curiosos como éramos nos bajábamos todos para mirar que había pasado. Primero no vimos nada, pero después noté que Celia y José se alejaban del bus. Miré al conductor del autobús, no se había movido. ¿Qué le ocurría ? Y ¿A dónde iban Celia y José? No sabía a donde debía dirigirme primero. Finalmente corrí detrás de los dos. Corrimos hacia la izquierda, hacia la derecha, monte arriba y monte abajo. . .
                                De repente vi al conductor del autobús al otro lado de calle. El marchaba/caminaba como un robot con la mirada fija y sin destino. ¿Cómo vino para acá? Me quedé parada y le miré. Celia y José siguieron caminando indiferentes, pero esta vez no les pude seguir. El comportamiento del conductor me parecía más raro que el de mis amigos.
                                ¿Era yo el único normal entre todos esos locos? Pensé/ reflexioné si debería acercarme para preguntar que había pasado. Pero él, parece que no se diera cuenta de mí en absoluto.
                                Mientras pensaba ya estaba pasando por la calle. Mis pensamientos rotaban en mi cabeza y no sabía todavía que haría cuando alcanzase/alcanzara al conductor.
                                De repente el conductor se detuvo, se volvió a mí y me dirigió la palabra. De mi tomó posesión el pánico y mi corazón latía rápidamente, pero su voz era tranquila y relajada y parecía que no sentía mi miedo.
                                O ¿no lo quería sentir?
                                Me preguntó: ” Les has visto?”Me agarró por mis brazos y me sacudió gritando: “pero tienes que haberla visto. Quedé paralizada de miedo. Esté hombre parecía haber perdido la razón. Su voz parecía implorar.
                                Se quebró y lloró como un niño.
                                Mi compasión ganó sobre mi miedo y traté de consolarlo con ciudado. Puse mi brazo por encima de sus hombros y le dije con voz baja:”No sé de qué chica habla usted, pero quizá puedo ayudarle a encontrarla.
                                “Por favor, deje de llorar y cálmese primero”.
                                Parecía que no me oía. Seguí hablando tranquilizándole.
                                Después de algún tiempo por fin se calmó.
                                Asustado se miró alrededor y preguntó: “¿Dónde está el autobus?”
                                Indiqué con el dedo en la dirección de la cual habíamos venido. Se levantó y miró hacia la dirección que le había indicado. “Pero no puedo ver el autobus. ¡Ojalá no lo hayan robado!” Me dí la vuelta – -allí estaba el autobus, bien visible. El aire se estaba agitando y de repente noté que tenía mucha sed.
                                Me fuí al bus, cogí mi mochila y saqué una botella de agua.
                                Mientras bebía el agua tibia y estancada miré hacia el conductor del autobús,- pero ya no estaba!
                                Me preguntaba que ¿Qué le había pasado ? ¿Por qué se había cambiado tanto?
                                ¿Por qué el conductor no había visto el autobús? ¿Y por qué ahora ya no lo veo a él?
                                En este momento sentía un miedo frío, algo no iba bien , pero lo voy a averiguar. Primero saqué una foto del autobús, y una en dirección en la que suponía que estaría el conductor.
                                Decidí seguir el mismo camino que antes lo hicieron Cecilia, Jose y ahora también el conductor.
                                Pero al había ido diez pasos, desapereció de reprentemente el camino y ninguna huella me denotó en qué dirección me debería dirigir
                                ¿Que estaba ocurriendo? Buscaba en cada direccion y derepente vi…..

                                #756108
                                Anonym

                                  Vielen lieben Dank Cuya, da merkt man halt daß mir die Übung fehlt. 😕

                                  #756106
                                  Anonym

                                    Aber als ich etwa 10 Schritte gegangen war, verschwand plötzlich der Weg und keine Spur verriet mir, wohin ich mich wenden sollte

                                    Pero después de haber caminado/dado diez pasos, desapareció repentinamente el camino y ninguna huella me relataba/mostraba en qué dirección me debería dirigir.

                                    cuya

                                    #756107
                                    Anonym

                                      Es gibt nichts Neues bei mir. Darum erzähle ich euch die Geschichte von Celia und José, meinen Freunden aus der Jugendzeit. Sie lebten im gleichen Dorf wie ich und gingen nicht gern zur Schule. Wir trafen uns jeden morgen an der Bushaltestelle, um 7:30 Uhr. Ich hasste es, so früh aufzustehen. Aber was blieb mir anderes übrig.
                                      Ich ging den Weg zusammen mit meinem älteren Bruder Juan und einem hübschen Mädchen aus der Nachbarschaft. An der Haltestelle stiegen auch Celia und José ein. Wir hatten uns morgens schon viel zu erzählen. Doch der Busfahrer blieb wie immer still. Bis zur Schule war es ein langer Weg. Es wurde uns aber nicht langweilig. Der Busfahrer wirkte kraftlos und seine Augen blickten nirgendwo hin.
                                      Er war anders als sonst. Celia und José schienen das aber nicht zu bemerken. Während sie sich unterhielten, hielt der Bus plötzlich ruckartig an. Neugierig, wie wir waren, stiegen wir alle aus, um zu sehen, was passiert war. Zuerst sahen wir nichts, aber dann bemerkte ich, wie sich Celia und Jose vom Bus entfernten. Ich schaute zum Busfahrer, er hatte sich nicht bewegt. Was war mit ihm los? Und wohin gingen Celia und José? Ich wußte nicht, wohin ich mich zuerst wenden sollte. Schließlich rannte ich den Beiden hinterher. Wir rannten nach links, nach rechts, bergauf und bergab. Plötzlich sah ich den Busfahrer auf der anderen Straßenseite.Er lief wie ein Roboter, mit starrem Blick und unbekanntem Ziel. Wie war er hierher gekommen?
                                      Ich blieb stehen und beobachtete ihn. Celia und José liefen unbeeindruckt weiter, aber ich konnte ihnen diesmal nicht folgen. Das Verhalten des Busfahrers erschien mir noch eigenartiger als das meiner Freunde.
                                      War ich denn der einzig Normale unter all den Verrückten? Ich überlegte, ob ich auf ihn zugehen sollte um zu fragen, was passiert sei. Aber er sah nicht so aus, als ob er mich überhaupt wahrnehmen würde.
                                      Während ich noch überlegte, ging ich bereits über die Straße. Meine Gedanken drehten sich im Kreis und ich wusste noch nicht, was ich tun würde, wenn ich den Fahrer erreicht haben würde. Plötzlich blieb der Fahrer stehen, drehte sich zu mir um und sprach mich an. Mich ergriff die Panik und mein Herz schlug wie wild, aber seine Stimme war ruhig und entspannt und es schien, als ob er meine Angst nicht spürte. Oder wollte er sie nicht spüren?
                                      “Hast Du sie gesehen’?” fragte er. Aber ich stand einfach nur da und starrte ihn an. Da fragte er noch einmal: “Hast Du Sie gesehen?”Er packte mich an den Armen und schüttelte mich; dabei schrie er: “Aber du musst sie doch gesehen haben!”
                                      Ich erstarrte vor Angst. Dieser Mann schien nicht mehr zurechnungsfähig zu sein. Seine Stimme klang flehend.
                                      Er brach zusammen und weinte wie ein Kind.
                                      Mein Mitleid siegte über meine eigene Furcht und ich versuchte vorsichtig, ich ihn zu trösten.
                                      Ich legte meinen Arm um ihn und sagte ganz leise: „ Ich weiß nicht vom welchem Mädchen Sie sprechen, aber vielleicht kann ich Ihnen helfen, sie zu finden. Hören sie doch bitte auf zu weinen und beruhigen sie sich erst einmal.”
                                      Er schien mich nicht zu hören. Ich sprach weiter beruhigend auf ihn ein.
                                      Nach einiger Zeit beruhigte er sich endlich.
                                      Er schaute erschrocken um sich und fragte “Wo ist der Bus?”
                                      Ich deutete mit dem Finger in die Richtung, von der wir gekommen waren.
                                      Er stand auf und schaute in die Richtung, die ich ihm gezeigt hatte. “Aber ich kann den Bus nicht sehen. Hoffentlich haben sie ihn nicht gestohlen!” Ich drehte mich um – da stand der Bus und war deutlich zu sehen. Irgendetwas war anders, was ich aber im ersten Moment nicht erkennen konnte. Die Luft flimmerte und ich merkte plötzlich wie durstig ich war. Ich ging zum Bus, schnappte mir meinen Rucksack und holte mir eine Flasche Wasser raus.Während ich das lauwarme, abgestandene Wasser trank, sah ich zum Busfahrer hinüber – aber er war nicht mehr da!Was war nur mit ihm geschehen,fragte ich mich, warum hatte er sich so verändert? Wieso hatte der Busfahrer den Bus nicht mehr gesehen und wieso sah ich jetzt den Bufahrer nicht mehr? In diesem Moment fühlte ich kalte Angst in mir, irgendetwas stimmte hier nicht, ¡aber ich werde es herausfinden!.Zuerst machte ich mal ein Foto vom Bus und eines in die Richtung in der ich den Busfahrer vermutete. Ich entschloss mich genau diesen Weg zu verfolgen,den zuvor Cecilia , José und nun der Busfahrer gegangen waren.

                                      Aber als ich etwa 10 Schritte gegangen war, verschwand plötzlich der Weg und keine Spur verriet mir, wohin ich mich wenden sollte.Was geschah hier? Ich suchte in jede Richtung, und plötzlich sah ich…..

                                      No hay novedades de mi/ mías, por eso os cuento la historia de Celia y José, mis amigos de la juventud. Vivían en el mismo pueblo que yo y no les gustaba ir a la escuela. Nos encontrábamos cada mañana en la parada del autobús, a las siete y media. Odiaba levantarme tan temprano.
                                      Pero no me quedaba otro remedio. Iba el camino junto a mi hermano mayor, Juan y una chica bonita de la vecindad. En la parada Celia y José se subían al autobús, también. Ya por la mañana teníamos mucho que contar. Pero el conductor del autobús se quedaba como siempre callado/ en silencio. Hasta la escuela era un camino largo. Sin embargo no nos aburríamos. El conductor del autobús se veía débil y sus ojos no miraban a ninguna parte. Él estaba de otro modo que normalmente. Pero Celia y José parecían no notarlo. Mientras hablaban, de repente el autobús paró de golpe. Curiosos como éramos nos bajábamos todos para mirar que había pasado. Primero no vimos nada, pero después noté que Celia y José se alejaban del bus. Miré al conductor del autobús, no se había movido. ¿Qué le ocurría ? Y ¿A dónde iban Celia y José? No sabía a donde debía dirigirme primero. Finalmente corrí detrás de los dos. Corrimos hacia la izquierda, hacia la derecha, monte arriba y monte abajo. . .
                                      De repente vi al conductor del autobús al otro lado de calle. El marchaba/caminaba como un robot con la mirada fija y sin destino. ¿Cómo vino para acá? Me quedé parada y le miré. Celia y José siguieron caminando indiferentes, pero esta vez no les pude seguir. El comportamiento del conductor me parecía más raro que el de mis amigos.
                                      ¿Era yo el único normal entre todos esos locos? Pensé/ reflexioné si debería acercarme para preguntar que había pasado. Pero él, parece que no se diera cuenta de mí en absoluto.
                                      Mientras pensaba ya estaba pasando por la calle. Mis pensamientos rotaban en mi cabeza y no sabía todavía que haría cuando alcanzase/alcanzara al conductor.
                                      De repente el conductor se detuvo, se volvió a mí y me dirigió la palabra. De mi tomó posesión el pánico y mi corazón latía rápidamente, pero su voz era tranquila y relajada y parecía que no sentía mi miedo.
                                      O ¿no lo quería sentir?
                                      Me preguntó: ” Les has visto?”Me agarró por mis brazos y me sacudió gritando: “pero tienes que haberla visto. Quedé paralizada de miedo. Esté hombre parecía haber perdido la razón. Su voz parecía implorar.
                                      Se quebró y lloró como un niño.
                                      Mi compasión ganó sobre mi miedo y traté de consolarlo con ciudado. Puse mi brazo por encima de sus hombros y le dije con voz baja:”No sé de qué chica habla usted, pero quizá puedo ayudarle a encontrarla.
                                      “Por favor, deje de llorar y cálmese primero”.
                                      Parecía que no me oía. Seguí hablando tranquilizándole.
                                      Después de algún tiempo por fin se calmó.
                                      Asustado se miró alrededor y preguntó: “¿Dónde está el autobus?”
                                      Indiqué con el dedo en la dirección de la cual habíamos venido. Se levantó y miró hacia la dirección que le había indicado. “Pero no puedo ver el autobus. ¡Ojalá no lo hayan robado!” Me dí la vuelta – -allí estaba el autobus, bien visible. El aire se estaba agitando y de repente noté que tenía mucha sed.
                                      Me fuí al bus, cogí mi mochila y saqué una botella de agua.
                                      Mientras bebía el agua tibia y estancada miré hacia el conductor del autobús,- pero ya no estaba!
                                      Me preguntaba que ¿Qué le había pasado ? ¿Por qué se había cambiado tanto?
                                      ¿Por qué el conductor no había visto el autobús? ¿Y por qué ahora ya no lo veo a él?
                                      En este momento sentía un miedo frío, algo no iba bien , pero lo voy a averiguar. Primero saqué una foto del autobús, y una en dirección en la que suponía que estaría el conductor.
                                      Decidí seguir el mismo camino que antes lo hicieron Cecilia, Jose y ahora también el conductor.
                                      Pero al había ido diez pasos, desapereció de reprentemente el camino y ninguna huella me denotó en qué dirección me debería dirigir.

                                      #756105
                                      Rea
                                      Teilnehmer

                                        @uli wrote:

                                        Es gibt nichts Neues bei mir. Darum erzähle ich euch die Geschichte von Celia und José, meinen Freunden aus der Jugendzeit. Sie lebten im gleichen Dorf wie ich und gingen nicht gern zur Schule. Wir trafen uns jeden morgen an der Bushaltestelle, um 7:30 Uhr. Ich hasste es, so früh aufzustehen. Aber was blieb mir anderes übrig.
                                        Ich ging den Weg zusammen mit meinem älteren Bruder Juan und einem hübschen Mädchen aus der Nachbarschaft. An der Haltestelle stiegen auch Celia und José ein. Wir hatten uns morgens schon viel zu erzählen. Doch der Busfahrer blieb wie immer still. Bis zur Schule war es ein langer Weg. Es wurde uns aber nicht langweilig. Der Busfahrer wirkte kraftlos und seine Augen blickten nirgendwo hin.
                                        Er war anders als sonst. Celia und José schienen das aber nicht zu bemerken. Während sie sich unterhielten, hielt der Bus plötzlich ruckartig an. Neugierig, wie wir waren, stiegen wir alle aus, um zu sehen, was passiert war. Zuerst sahen wir nichts, aber dann bemerkte ich, wie sich Celia und Jose vom Bus entfernten. Ich schaute zum Busfahrer, er hatte sich nicht bewegt. Was war mit ihm los? Und wohin gingen Celia und José? Ich wußte nicht, wohin ich mich zuerst wenden sollte. Schließlich rannte ich den Beiden hinterher. Wir rannten nach links, nach rechts, bergauf und bergab. Plötzlich sah ich den Busfahrer auf der anderen Straßenseite.Er lief wie ein Roboter, mit starrem Blick und unbekanntem Ziel. Wie war er hierher gekommen?
                                        Ich blieb stehen und beobachtete ihn. Celia und José liefen unbeeindruckt weiter, aber ich konnte ihnen diesmal nicht folgen. Das Verhalten des Busfahrers erschien mir noch eigenartiger als das meiner Freunde.
                                        War ich denn der einzig Normale unter all den Verrückten? Ich überlegte, ob ich auf ihn zugehen sollte um zu fragen, was passiert sei. Aber er sah nicht so aus, als ob er mich überhaupt wahrnehmen würde.
                                        Während ich noch überlegte, ging ich bereits über die Straße. Meine Gedanken drehten sich im Kreis und ich wusste noch nicht, was ich tun würde, wenn ich den Fahrer erreicht haben würde. Plötzlich blieb der Fahrer stehen, drehte sich zu mir um und sprach mich an. Mich ergriff die Panik und mein Herz schlug wie wild, aber seine Stimme war ruhig und entspannt und es schien, als ob er meine Angst nicht spürte. Oder wollte er sie nicht spüren?
                                        “Hast Du sie gesehen’?” fragte er. Aber ich stand einfach nur da und starrte ihn an. Da fragte er noch einmal: “Hast Du Sie gesehen?”Er packte mich an den Armen und schüttelte mich; dabei schrie er: “Aber du musst sie doch gesehen haben!”
                                        Ich erstarrte vor Angst. Dieser Mann schien nicht mehr zurechnungsfähig zu sein. Seine Stimme klang flehend.
                                        Er brach zusammen und weinte wie ein Kind.
                                        Mein Mitleid siegte über meine eigene Furcht und ich versuchte vorsichtig, ich ihn zu trösten.
                                        Ich legte meinen Arm um ihn und sagte ganz leise: „ Ich weiß nicht vom welchem Mädchen Sie sprechen, aber vielleicht kann ich Ihnen helfen, sie zu finden. Hören sie doch bitte auf zu weinen und beruhigen sie sich erst einmal.”
                                        Er schien mich nicht zu hören. Ich sprach weiter beruhigend auf ihn ein.
                                        Nach einiger Zeit beruhigte er sich endlich.
                                        Er schaute erschrocken um sich und fragte “Wo ist der Bus?”
                                        Ich deutete mit dem Finger in die Richtung, von der wir gekommen waren.
                                        Er stand auf und schaute in die Richtung, die ich ihm gezeigt hatte. “Aber ich kann den Bus nicht sehen. Hoffentlich haben sie ihn nicht gestohlen!” Ich drehte mich um – da stand der Bus und war deutlich zu sehen. Irgendetwas war anders, was ich aber im ersten Moment nicht erkennen konnte. Die Luft flimmerte und ich merkte plötzlich wie durstig ich war. Ich ging zum Bus, schnappte mir meinen Rucksack und holte mir eine Flasche Wasser raus.Während ich das lauwarme, abgestandene Wasser trank, sah ich zum Busfahrer hinüber – aber er war nicht mehr da!Was war nur mit ihm geschehen,fragte ich mich, warum hatte er sich so verändert? Wieso hatte der Busfahrer den Bus nicht mehr gesehen und wieso sah ich jetzt den Bufahrer nicht mehr? In diesem Moment fühlte ich kalte Angst in mir, irgendetwas stimmte hier nicht, ¡aber ich werde es herausfinden!.Zuerst machte ich mal ein Foto vom Bus und eines in die Richtung in der ich den Busfahrer vermutete. Ich entschloss mich genau diesen Weg zu verfolgen,den zuvor Cecilia , José und nun der Busfahrer gegangen waren.

                                        Aber als ich etwa 10 Schritte gegangen war, verschwand plötzlich der Weg und keine Spur verriet mir, wohin ich mich wenden sollte.

                                        No hay novedades de mi/ mías, por eso os cuento la historia de Celia y José, mis amigos de la juventud. Vivían en el mismo pueblo que yo y no les gustaba ir a la escuela. Nos encontrábamos cada mañana en la parada del autobús, a las siete y media. Odiaba levantarme tan temprano.
                                        Pero no me quedaba otro remedio. Iba el camino junto a mi hermano mayor, Juan y una chica bonita de la vecindad. En la parada Celia y José se subían al autobús, también. Ya por la mañana teníamos mucho que contar. Pero el conductor del autobús se quedaba como siempre callado/ en silencio. Hasta la escuela era un camino largo. Sin embargo no nos aburríamos. El conductor del autobús se veía débil y sus ojos no miraban a ninguna parte. Él estaba de otro modo que normalmente. Pero Celia y José parecían no notarlo. Mientras hablaban, de repente el autobús paró de golpe. Curiosos como éramos nos bajábamos todos para mirar que había pasado. Primero no vimos nada, pero después noté que Celia y José se alejaban del bus. Miré al conductor del autobús, no se había movido. ¿Qué le ocurría ? Y ¿A dónde iban Celia y José? No sabía a donde debía dirigirme primero. Finalmente corrí detrás de los dos. Corrimos hacia la izquierda, hacia la derecha, monte arriba y monte abajo. . .
                                        De repente vi al conductor del autobús al otro lado de calle. El marchaba/caminaba como un robot con la mirada fija y sin destino. ¿Cómo vino para acá? Me quedé parada y le miré. Celia y José siguieron caminando indiferentes, pero esta vez no les pude seguir. El comportamiento del conductor me parecía más raro que el de mis amigos.
                                        ¿Era yo el único normal entre todos esos locos? Pensé/ reflexioné si debería acercarme para preguntar que había pasado. Pero él, parece que no se diera cuenta de mí en absoluto.
                                        Mientras pensaba ya estaba pasando por la calle. Mis pensamientos rotaban en mi cabeza y no sabía todavía que haría cuando alcanzase/alcanzara al conductor.
                                        De repente el conductor se detuvo, se volvió a mí y me dirigió la palabra. De mi tomó posesión el pánico y mi corazón latía rápidamente, pero su voz era tranquila y relajada y parecía que no sentía mi miedo.
                                        O ¿no lo quería sentir?
                                        Me preguntó: ” Les has visto?”Me agarró por mis brazos y me sacudió gritando: “pero tienes que haberla visto. Quedé paralizada de miedo. Esté hombre parecía haber perdido la razón. Su voz parecía implorar.
                                        Se quebró y lloró como un niño.
                                        Mi compasión ganó sobre mi miedo y traté de consolarlo con ciudado. Puse mi brazo por encima de sus hombros y le dije con voz baja:”No sé de qué chica habla usted, pero quizá puedo ayudarle a encontrarla.
                                        “Por favor, deje de llorar y cálmese primero”.
                                        Parecía que no me oía. Seguí hablando tranquilizándole.
                                        Después de algún tiempo por fin se calmó.
                                        Asustado se miró alrededor y preguntó: “¿Dónde está el autobus?”
                                        Indiqué con el dedo en la dirección de la cual habíamos venido. Se levantó y miró hacia la dirección que le había indicado. “Pero no puedo ver el autobus. ¡Ojalá no lo hayan robado!” Me dí la vuelta – -allí estaba el autobus, bien visible. El aire se estaba agitando y de repente noté que tenía mucha sed.
                                        Me fuí al bus, cogí mi mochila y saqué una botella de agua.
                                        Mientras bebía el agua tibia y estancada miré hacia el conductor del autobús,- pero ya no estaba!
                                        Me preguntaba que ¿Qué le había pasado ? ¿Por qué se había cambiado tanto?
                                        ¿Por qué el conductor no había visto el autobús? ¿Y por qué ahora ya no lo veo a él?
                                        En este momento sentía un miedo frío, algo no iba bien , pero lo voy a averiguar. Primero saqué una foto del autobús, y una en dirección en la que suponía que estaría el conductor.
                                        Decidí seguir el mismo camino que antes lo hicieron Cecilia, Jose y ahora también el conductor.

                                        #756104
                                        Rea
                                        Teilnehmer

                                          Auch von mir lieben Dank an Dich Uli, spät aber nicht zu spät, hoffe ich.
                                          Du hattest keinen neuen deutschen Satz geschrieben, das habe ich nun nachgeholt.

                                          Saludos Rea

                                          #756103
                                          Anonym

                                            😛 Vielen lieben Dank Uli !!!

                                            Und einen schönen Ostermontag noch.
                                            Viele liebe Grüße
                                            Gisela

                                            #756102
                                            uli
                                            Teilnehmer

                                              Es gibt nichts Neues bei mir. Darum erzähle ich euch die Geschichte von Celia und José, meinen Freunden aus der Jugendzeit. Sie lebten im gleichen Dorf wie ich und gingen nicht gern zur Schule. Wir trafen uns jeden morgen an der Bushaltestelle, um 7:30 Uhr. Ich hasste es, so früh aufzustehen. Aber was blieb mir anderes übrig.
                                              Ich ging den Weg zusammen mit meinem älteren Bruder Juan und einem hübschen Mädchen aus der Nachbarschaft. An der Haltestelle stiegen auch Celia und José ein. Wir hatten uns morgens schon viel zu erzählen. Doch der Busfahrer blieb wie immer still. Bis zur Schule war es ein langer Weg. Es wurde uns aber nicht langweilig. Der Busfahrer wirkte kraftlos und seine Augen blickten nirgendwo hin.
                                              Er war anders als sonst. Celia und José schienen das aber nicht zu bemerken. Während sie sich unterhielten, hielt der Bus plötzlich ruckartig an. Neugierig, wie wir waren, stiegen wir alle aus, um zu sehen, was passiert war. Zuerst sahen wir nichts, aber dann bemerkte ich, wie sich Celia und Jose vom Bus entfernten. Ich schaute zum Busfahrer, er hatte sich nicht bewegt. Was war mit ihm los? Und wohin gingen Celia und José? Ich wußte nicht, wohin ich mich zuerst wenden sollte. Schließlich rannte ich den Beiden hinterher. Wir rannten nach links, nach rechts, bergauf und bergab. Plötzlich sah ich den Busfahrer auf der anderen Straßenseite.Er lief wie ein Roboter, mit starrem Blick und unbekanntem Ziel. Wie war er hierher gekommen?
                                              Ich blieb stehen und beobachtete ihn. Celia und José liefen unbeeindruckt weiter, aber ich konnte ihnen diesmal nicht folgen. Das Verhalten des Busfahrers erschien mir noch eigenartiger als das meiner Freunde.
                                              War ich denn der einzig Normale unter all den Verrückten? Ich überlegte, ob ich auf ihn zugehen sollte um zu fragen, was passiert sei. Aber er sah nicht so aus, als ob er mich überhaupt wahrnehmen würde.
                                              Während ich noch überlegte, ging ich bereits über die Straße. Meine Gedanken drehten sich im Kreis und ich wusste noch nicht, was ich tun würde, wenn ich den Fahrer erreicht haben würde. Plötzlich blieb der Fahrer stehen, drehte sich zu mir um und sprach mich an. Mich ergriff die Panik und mein Herz schlug wie wild, aber seine Stimme war ruhig und entspannt und es schien, als ob er meine Angst nicht spürte. Oder wollte er sie nicht spüren?
                                              “Hast Du sie gesehen’?” fragte er. Aber ich stand einfach nur da und starrte ihn an. Da fragte er noch einmal: “Hast Du Sie gesehen?”Er packte mich an den Armen und schüttelte mich; dabei schrie er: “Aber du musst sie doch gesehen haben!”
                                              Ich erstarrte vor Angst. Dieser Mann schien nicht mehr zurechnungsfähig zu sein. Seine Stimme klang flehend.
                                              Er brach zusammen und weinte wie ein Kind.
                                              Mein Mitleid siegte über meine eigene Furcht und ich versuchte vorsichtig, ich ihn zu trösten.
                                              Ich legte meinen Arm um ihn und sagte ganz leise: „ Ich weiß nicht vom welchem Mädchen Sie sprechen, aber vielleicht kann ich Ihnen helfen, sie zu finden. Hören sie doch bitte auf zu weinen und beruhigen sie sich erst einmal.”
                                              Er schien mich nicht zu hören. Ich sprach weiter beruhigend auf ihn ein.
                                              Nach einiger Zeit beruhigte er sich endlich.
                                              Er schaute erschrocken um sich und fragte “Wo ist der Bus?”
                                              Ich deutete mit dem Finger in die Richtung, von der wir gekommen waren.
                                              Er stand auf und schaute in die Richtung, die ich ihm gezeigt hatte. “Aber ich kann den Bus nicht sehen. Hoffentlich haben sie ihn nicht gestohlen!” Ich drehte mich um – da stand der Bus und war deutlich zu sehen. Irgendetwas war anders, was ich aber im ersten Moment nicht erkennen konnte. Die Luft flimmerte und ich merkte plötzlich wie durstig ich war. Ich ging zum Bus, schnappte mir meinen Rucksack und holte mir eine Flasche Wasser raus.Während ich das lauwarme, abgestandene Wasser trank, sah ich zum Busfahrer hinüber – aber er war nicht mehr da!Was war nur mit ihm geschehen,fragte ich mich, warum hatte er sich so verändert? Wieso hatte der Busfahrer den Bus nicht mehr gesehen und wieso sah ich jetzt den Bufahrer nicht mehr? In diesem Moment fühlte ich kalte Angst in mir, irgendetwas stimmte hier nicht, ¡aber ich werde es herausfinden!.Zuerst machte ich mal ein Foto vom Bus und eines in die Richtung in der ich den Busfahrer vermutete. Ich entschloss mich genau diesen Weg zu verfolgen,den zuvor Cecilia , José und nun der Busfahrer gegangen waren.

                                              No hay novedades de mi/ mías, por eso os cuento la historia de Celia y José, mis amigos de la juventud. Vivían en el mismo pueblo que yo y no les gustaba ir a la escuela. Nos encontrábamos cada mañana en la parada del autobús, a las siete y media. Odiaba levantarme tan temprano.
                                              Pero no me quedaba otro remedio. Iba el camino junto a mi hermano mayor, Juan y una chica bonita de la vecindad. En la parada Celia y José se subían al autobús, también. Ya por la mañana teníamos mucho que contar. Pero el conductor del autobús se quedaba como siempre callado/ en silencio. Hasta la escuela era un camino largo. Sin embargo no nos aburríamos. El conductor del autobús se veía débil y sus ojos no miraban a ninguna parte. Él estaba de otro modo que normalmente. Pero Celia y José parecían no notarlo. Mientras hablaban, de repente el autobús paró de golpe. Curiosos como éramos nos bajábamos todos para mirar que había pasado. Primero no vimos nada, pero después noté que Celia y José se alejaban del bus. Miré al conductor del autobús, no se había movido. ¿Qué le ocurría ? Y ¿A dónde iban Celia y José? No sabía a donde debía dirigirme primero. Finalmente corrí detrás de los dos. Corrimos hacia la izquierda, hacia la derecha, monte arriba y monte abajo. . .
                                              De repente vi al conductor del autobús al otro lado de calle. El marchaba/caminaba como un robot con la mirada fija y sin destino. ¿Cómo vino para acá? Me quedé parada y le miré. Celia y José siguieron caminando indiferentes, pero esta vez no les pude seguir. El comportamiento del conductor me parecía más raro que el de mis amigos.
                                              ¿Era yo el único normal entre todos esos locos? Pensé/ reflexioné si debería acercarme para preguntar que había pasado. Pero él, parece que no se diera cuenta de mí en absoluto.
                                              Mientras pensaba ya estaba pasando por la calle. Mis pensamientos rotaban en mi cabeza y no sabía todavía que haría cuando alcanzase/alcanzara al conductor.
                                              De repente el conductor se detuvo, se volvió a mí y me dirigió la palabra. De mi tomó posesión el pánico y mi corazón latía rápidamente, pero su voz era tranquila y relajada y parecía que no sentía mi miedo.
                                              O ¿no lo quería sentir?
                                              Me preguntó: ” Les has visto?”Me agarró por mis brazos y me sacudió gritando: “pero tienes que haberla visto. Quedé paralizada de miedo. Esté hombre parecía haber perdido la razón. Su voz parecía implorar.
                                              Se quebró y lloró como un niño.
                                              Mi compasión ganó sobre mi miedo y traté de consolarlo con ciudado. Puse mi brazo por encima de sus hombros y le dije con voz baja:”No sé de qué chica habla usted, pero quizá puedo ayudarle a encontrarla.
                                              “Por favor, deje de llorar y cálmese primero”.
                                              Parecía que no me oía. Seguí hablando tranquilizándole.
                                              Después de algún tiempo por fin se calmó.
                                              Asustado se miró alrededor y preguntó: “¿Dónde está el autobus?”
                                              Indiqué con el dedo en la dirección de la cual habíamos venido. Se levantó y miró hacia la dirección que le había indicado. “Pero no puedo ver el autobus. ¡Ojalá no lo hayan robado!” Me dí la vuelta – -allí estaba el autobus, bien visible. El aire se estaba agitando y de repente noté que tenía mucha sed.
                                              Me fuí al bus, cogí mi mochila y saqué una botella de agua.
                                              Mientras bebía el agua tibia y estancada miré hacia el conductor del autobús,- pero ya no estaba!
                                              Me preguntaba que ¿Qué le había pasado ? ¿Por qué se había cambiado tanto?
                                              ¿Por qué el conductor no había visto el autobús? ¿Y por qué ahora ya no lo veo a él?
                                              En este momento sentía un miedo frío, algo no iba bien , pero lo voy a averiguar. Primero saqué una foto del autobús, y una en dirección en la que suponía que estaría el conductor.
                                              Decidí seguir el mismo camino que antes lo hicieron Cecilia, Jose y ahora también el conductor.

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